José Raúl Capablanca, gran campeón mundial de ajedrez

“El ajedrez, como todas las demás cosas,
puede aprenderse hasta un punto y no más allá.
Todo lo demás depende de la naturaleza de la persona”
.
José Raúl Capablanca

Capablanca

Tener un deportista en modalidades de fuerza y velocidad es posible en cualquier país del mundo, pero no lo es así en el llamado deporte ciencia, el que conocemos como ajedrez. Muy orgullosamente Cuba tuvo un campeón mundial en toda regla, un hombre que sabía jugar y sacar ventaja de la debilidad de sus adversarios. Ese orgullo responde al nombre de José Raúl Capablanca, hombre nacido el 19 de noviembre de 1888 en La Habana y segundo hijo de un oficial del ejército español. El niño Capablanca aprendió a jugar ajedrez en su casa viendo como su padre lo hacía. Cuando tenía tan solo cuatro años, corrigió a su padre en una jugada.

El padre de Capablanca se dio cuenta del genio y talento de su hijo, por lo que no tardó en llevarlo al Club Central de Ajedrez de Cuba en la Habana. Allí el pequeño comenzó a jugar como cualquier adulto. Fue tanto lo que aprendió, que el niño con 11 años derrotó al campeón cubano Juan Corzo para convertirse en campeón de su país.

Lo de Capablanca era intuición en el juego, ya que nunca estudió el ajedrez, ni se dignó a tomar un libro en sus manos para estudiar jugadas y aperturas. Era un jugador natural.

En 1905 se fue a estudiar a la prestigiosa Universidad de Columbia en EE.UU., donde sin mucha dificultad derrotó al campeón de ajedrez de esta institución. Allí por primera vez Capablanca enfrentaría al gran campeón mundial Emmanuel Lasker en una simultánea, donde el monarca sería únicamente derrotado por el cubano. Realmente este autor desconoce si Lasker habría adivinado lo que le vendría en sucesivas partidas con Capablanca.

Más adelante, en 1908, el cubano recorrió los Estados Unidos y jugó decenas de partidos. En esa gira logró ganar 168, perdió 12 y empató 19 veces. Al año siguiente su víctima fue el campeón de EE.UU., Frank Marshall, al que venció con 8 ganados, uno solo perdido y 14 tablas. Era un adelanto, ya su nombre comenzaba a sonar y fue por ello invitado al torneo de San Sebastián, donde no faltó un Aron Nimzovich que se quejó por la invitación a un “inexperto” como el cubano. Este jugador judío-danés debió haberse guardado sus poco felices palabras en algún lugar profundo de su cuerpo, ya que el cubano lo derrotó como era debido y ganó el torneo

Los recorridos de Capablanca fueron posibles a partir del momento que comenzó a trabajar en la Oficina Cubana del Exterior, lo que le proporcionó los medios económicos. El cubano pudo así recorrer buena parte de Europa y enfrentarse a la crema y nata del ajedrez mundial. En los torneos que participó se enfrentó a ajedrecistas del calibre de Ossip Bernstein, Fiodor Bogartichuk, Grigori Levenfish, Yéfim Bogoljubov, el temible Alexander Alekhine y otros más.

Desde noviembre de 1911, el cubano comenzó a desafiar al campeón mundial, Lasker para un match por el título, pero el campeón sabía mucho y puso varias condiciones para ese enfrentamiento. Eran 17 condiciones en total. Una de esas fue que el campeón sería aquel que primero llegase a 6 juegos ganados en un máximo de 30 partidas. Si llegaban empatados a los 30 juegos, entonces el campeón retenía el título. La fecha era puesta por Lasker con 4 semanas de antelación. En fin, eran tantas cosas que el cubano rehusó enfrentarse a Lasker.

Capablanca continuó su ritmo victorioso, basta señalar que en torneos internacionales perdió solo una partida contra Richard Reti en el período entre  1916 a 1924. Esa partida fue toda una curiosidad que los expertos muchas veces han consultado.

Pasaron los años y Lasker seguía como monarca del orbe. No fue hasta 1920 que Capablanca volvió a retar a Lasker por el título Mundial. Lasker no deseaba jugar y por su voluntad cedía el título al cubano, pero toda la afición mundial pidió el enfretamiento, el que tuvo lugar en 1921, concretamente en la Habana, programado a 30 partidas como propuso desde un inicio Lasker. No obstante, la salud del campeón no le acompañó y después de 14 partidas, renunció al título y  Capablanca se hizo con la corona del orbe.

Capablanca enfrenta a Lasker

Capablanca enfrenta a Lasker

Existe una anécdota interesante del Gran Torneo de Moscú de 1925, donde el cubano en una simultánea, tuvo solo un empate, era un niño de 12 años, cuyo nombre era Mikhail Botvinnik. Capablanca le felicitó por el resultado y le pronosticó que llegaría a ser campeón mundial en el futuro. Todos sabemos que Botvinnik fue un as del ajedrez y reinó por buen tiempo como monarca mundial.

El título mundial del cubano se llevó a un enfrentamiento contra Alexander Alekhine en 1927, el cual ganó el ruso con resultado de 6-4 y 25 empates. Alekhine vivía entonces en Francia, a la llegada de los bolcheviques al poder había emigrado, y era conocido por ser un estudioso del ajedrez, todo lo contrario del cubano, quien no era de leer textos sobre el juego ciencia. Lo peor de todo fue que Alekhine jamás le dio la oportunidad al cubano de revancha. Uno no sabe si por miedo, si por ser él ruso y el otro cubano, vaya Ud. a saber. La realidad fue que aceptó primero a Bogoljubov como retador en 1929 y 1934, los que Alekhine ganó, y más tarde con el holandés Max Euwe, que ganó en 1935 y más tarde fuera derrotado por Alekhine.

En su carrera como ajedrecista, Capablanca solamente perdió 36 partidas de un total de 567 que disputó. Se encontraba en el Club de Ajedrez de Manhattan el 7 de marzo de 1942, donde analizaba una partida de ajedrez, donde sufrió una embolia cerebral, la que resultó fatal, ya que el gran campeón moría al día siguiente a la edad de 53 años en el hospital Monte Sinaí, donde mismo muriera su rival, el gran campeón Emanuel Lasker un año antes. Sus restos fueron trasladados a la Habana y fue sepultado con todos los honores.

Fuentes consultadas

 

Escrito por Ricardo Labrada, 24 mayo de 2017

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